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✈ Rentabilidad a 36.000 pies de altura
Hoy quiero que vueles conmigo. Quiero que subas a bordo del avión de la imaginación y que veas por ti mismo por qué NUNCA deberías invertir en aerolíneas y en qué empresas deberías hacerlo en su lugar
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha soñado con volar. Surcar los cielos y desafiar las leyes de la física. Volar no solo es una necesidad, es un anhelo, una pasión que acompaña a los seres humanos desde el origen de los tiempos.
Quizás movidos por ese anhelo, millones de inversores de todo el mundo han invertido con fe ciega en cientos de negocios de aerolíneas a lo largo del último siglo.
Pero… ¿habrán despegado sus inversiones?
La rentabilidad es lo que hace que una empresa “despegue” o se “estrelle”
El multimillonario Richard Branson, emprendedor y empresario de éxito, capaz de convertir en oro todo lo que toca, y fundador de la aerolínea Virgin Airways, opina así:
La forma más rápida de hacerse millonario en el negocio de las aerolíneas es empezar siendo multimillonario.
— Richard Branson, fundador del grupo Virgin
Y no es que las aerolíneas no tengan trabajo. Al contrario, las cifras de pasajeros transportados cada año no paran de crecer. El problema es que tan pronto como una aerolínea comienza a operar una ruta rentable, los competidores tratan de hacerse con un pedazo del pastel bajando los precios hasta el punto en que nadie gana dinero.
Gracias a esta estrategia comercial, hoy en día podemos encontrar billetes de avión más baratos que lo que nos costaría hacer la misma ruta en autobús. ¡Es una locura!
Pero… ¿cómo puede no generar retorno a sus accionistas una industria que factura más de 830.000 millones de dólares al año?
Porque por mucho que crezca un negocio, su valor es cero si no consigue alcanzar nunca la rentabilidad.
Como inversores, podemos extraer dos valiosas lecciones de esta historia:
No inviertas nunca en aerolíneas. 😉
Asegúrate de que cualquier negocio en el que vayas a invertir es rentable o tiene una probabilidad muy alta de serlo en un futuro cercano.
Se puede predecir la rentabilidad futura con un alto nivel de confianza estadística
Al hablar de crecimiento vimos cómo el crecimiento histórico de una empresa no era un buen indicador de su potencial de crecimiento futuro.
Por suerte, la rentabilidad pasada de una empresa sí es un buen indicador de su posible rentabilidad futura: las empresas rentables tienden a seguir siendo rentables en el futuro, mientras que las que pierden dinero… Bueno, las que pierden dinero tienden a desaparecer.
Por lo tanto, podemos conseguir cierta ventaja en bolsa simplemente con analizar la rentabilidad de una empresa.
Cuanto mayor es el rendimiento que una empresa puede obtener (…) más valor se crea. Con el tiempo, es difícil que los inversores obtengan rendimientos muy superiores al rendimiento del negocio subyacente sobre el capital invertido.
— Warren Buffett
El problema es que no todas las medidas de rentabilidad fueron creadas iguales.
Hay muchas formas de analizar si una empresa es rentable
La rentabilidad puede medirse de muchas maneras distintas: margen bruto, margen neto, rentabilidad sobre los activos, rentabilidad sobre el capital. La proliferación de siglas es casi abrumadora: EPS, GPM, NPM, ROI, ROE, ROCE, ROA…
¿Cuál deberíamos utilizar?
Si analizamos el poder de predicción de cada una ellas, encontraremos que la mayoría son bastante ineficaces a la hora de predecir el futuro.
Entonces… ¿cuál es la mejor medida de rentabilidad?
ROIC, la medida de rentabilidad (casi) definitiva
El rendimiento sobre el capital invertido (ROIC por sus siglas en inglés) ha ganado popularidad en los últimos años.
Su fórmula es relativamente sencilla:
Al considerar tanto la deuda como el capital propio, el ROIC ofrece una visión más completa que los ratios tradicionales a la hora de valorar la eficacia con la que una empresa es capaz de generar beneficios.
Por esa razón, cada vez más inversores eligen el ROIC como métrica para evaluar oportunidades de inversión. Porque les permite medir el rendimiento que genera una empresa sobre todo el capital del que dispone: propio y prestado.
Y lo que es más importante aún, los datos avalan que el ROIC es un excelente predictor de la revalorización futura de una empresa. De media:
Las empresas con un ROIC más alto baten al mercado por 2,3 puntos cada año.
Las empresas con un ROIC más bajo generan cada año 4,3 puntos porcentuales menos de retorno a sus accionistas que la media del mercado.
La Rentabilidad Bruta, el indicador de la ventaja competitiva
Hay otro ratio que tiene también un poder elevado de predicción de los rendimientos futuros. Me refiero a la rentabilidad bruta (importante no confundirla con el margen bruto).
La rentabilidad bruta mide la capacidad de una empresa para fijar los precios de sus productos o servicios y captar una parte significativa del valor generado. Por esta razón, las empresas con ventajas competitivas fuertes suelen tener altos márgenes de rentabilidad bruta.
El profesor Novy-Marx demostró en 2012 que las empresas con una rentabilidad bruta elevada generaban rendimientos medios significativamente más altos que las empresas con un coeficiente de rentabilidad bruta más bajo.
Esta es la forma de calcularlo:
Novy-Marx descubrió que la rentabilidad bruta es un excelente indicador del crecimiento futuro de los beneficios y los flujos de caja. De hecho, supera en poder predictivo al beneficio neto, el CROIC, el ROIC, el ROCE, el ROE y el ROA.
Además, la rentabilidad bruta tiende a ser estable tanto a corto como a largo plazo y no sufre de una forma tan acusada el fenómeno de regresión a la media que tiende a igualar los resultados de todas las empresas a largo plazo.
La combinación de valor y rentabilidad es muy potente
Hace más de 50 años, Charlie me dijo que era mucho mejor comprar un negocio maravilloso a un precio justo que comprar un negocio justo a un precio maravilloso. A pesar de la lógica convincente de su posición, a veces he vuelto a mi viejo hábito de buscar gangas, con resultados que van de tolerables a terribles.
— Warren Buffett
Aunque las estrategias de valor y rentabilidad tienen diferentes enfoques en la selección de acciones, ambas comparten una filosofía común: adquirir capacidad productiva a bajo coste.
Las estrategias de valor se centran en encontrar empresas con activos baratos en relación con su precio de mercado.
Las estrategias de rentabilidad se enfocan en identificar empresas con activos baratos en relación con su capacidad para generar flujos de caja.
Es importante destacar que las estrategias de rentabilidad y valor están inversamente relacionadas. Mientras que las estrategias de valor tienden a seleccionar acciones value, las estrategias de rentabilidad tienden a seleccionar acciones growth.
Al combinar ambas, los inversores pueden obtener un mejor rendimiento:
Los inversores growth pueden incorporar factores value para evitar pagar en exceso por el crecimiento de una empresa.
Del mismo modo, los inversores value pueden mejorar sus resultados al incorporar factores de rentabilidad en sus análisis.
En definitiva, la combinación de valor y rentabilidad es una estrategia poderosa para todo tipo de inversores.
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