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👉 Invirtiendo... ¿libertad o determinismo?
Queridos hermanos de la inversión, 👋
A la hora de invertir… ¿cómo podemos encontrar el equilibrio entre lo que podemos decidir por nosotros mismos y las circunstancias externas que escapan de nuestro control? Hoy hablaremos de todo esto aquí, en «Invirtiendo en Valor».
¡Comenzamos!
En la vida, todos tenemos la capacidad de elegir y tomar nuestras propias decisiones. Como inversores podemos, por ejemplo, decidir cuánto dinero queremos invertir. Podemos decidir si lo hacemos en acciones, bonos o inmuebles. Podemos decidir si diversificamos nuestra cartera o nos enfocamos en sectores específicos.
En filosofía, la libertad individual para actuar como cada uno crea mejor se conoce como libre albedrío. En oposición al libre albedrío encontramos el concepto de determinismo. El determinismo, sostiene que todo acontecimiento está predeterminado por el pasado y, por tanto, el estado actual «determina» en algún sentido el futuro sin que el individuo pueda hacer nada al respecto.
Los eventos externos como las condiciones económicas, los desastres naturales y los eventos políticos son, sin duda, eventos «deterministas» que pueden tener un impacto significativo en nuestras inversiones. Conocemos bien este tipo de acontecimientos «gracias» a la pandemia del COVID, el aumento de la inflación y la guerra de Ucrania, por citar algunos.
Muchos inversores cometen el error de dedicar demasiado tiempo y energía a estos factores que no pueden controlar, y demasiado poco a aquellos factores que sí pueden controlar, como el tiempo que dedican a analizar una empresa o cómo diversifican su patrimonio. Las noticias, las redes sociales, los amigos y la familia tienden a atraer nuestra atención de forma irresistible, precisamente, hacia aquellas áreas que no podemos controlar.
Como inversor a largo plazo, hay tres formas de abordar este conflicto entre factores externos e internos, entre factores controlables e incontrolables, entre libre albedrío y determinismo.
Un primer enfoque pasa por centrarse solo en los elementos externos e ignorar los internos. Los defensores de este enfoque argumentan que, dado que el mercado es extremadamente sensible a cuestiones macroeconómicas como la inflación o los tipos de interés, es inútil intentar tomar decisiones atendiendo a las características concretas de las empresas en las que se invierte porque el mercado va a girar en una u otra dirección atendiendo, únicamente, a lo que manden los datos macroeconómicos.
Por desgracia, este es el enfoque más habitual que encontramos entre los inversores en bolsa. Puede que no de forma consciente, pero de forma inconsciente la mayoría de inversores modifica su cartera en función de lo que dicta la macroeconomía. Y digo por desgracia porque, si bien esta forma de actuar puede parecer la más acertada en el corto plazo, es claramente la peor desde el punto de vista del largo plazo. Como explicaba esta semana en Twitter, a largo plazo, lo único que importa es la evolución de los beneficios por acción de las empresas.


La segunda alternativa consiste en ignorar directamente aquellos acontecimientos externos que escapan a nuestro control. Los partidarios de este planteamiento argumentan que, puesto que no podemos predecir ni influir sobre estos acontecimientos, no tiene sentido dedicar ni un segundo a pensar en ellos. En su lugar, debemos dedicar todo nuestro tiempo a los factores que sí podemos controlar: el análisis de las empresas y la asignación de capital.
Hay un tercer enfoque, menos conocido, que en filosofía se denomina compatibilismo. El compatibilismo reconoce que, aunque hay ciertos factores externos sobre los que no podemos influir, seguimos teniendo una enorme capacidad de elección para poder actuar dentro de un marco determinista.
Este enfoque me recuerda a la plegaria de la serenidad, una oración atribuida al teólogo, filósofo y escritor estadounidense de origen alemán Reinhold Niebuhr y cuya versión más conocida dice así:
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia.
Veamos un ejemplo sencillo aplicado al mundo de las inversiones. Supongamos que, tras un cuidadoso análisis, nos debatimos entre dos empresas a la hora de invertir, una del sector tecnológico y otra del sector consumo. Nuestro análisis demuestras que ambas empresas son buenas inversiones, así que nuestra intención inicial es dividir nuestra aportación mensual al 50% entre ambas.
El compatibilismo sugiere que, en lugar de considerar únicamente nuestras preferencias internas, debemos considerar también las circunstancias externas. Si, a la luz de las circunstancias actuales del mercado, vemos, por ejemplo, que la volatilidad en el sector tecnológico es superior a lo habitual, podríamos posponer la inversión en la empresa tecnológica hasta que la situación se calme, y destinar el 100% de la aportación mensual a la empresa de consumo. De esta forma, no descartamos la inversión ni cambiamos nuestra estrategia, sino que postponemos la compra a un momento en el que podamos hacerlo con menor volatilidad.
Es crucial enfatizar que adoptar este enfoque no implica un cambio en nuestra filosofía o metodología de inversión. No debemos tomar decisiones de venta de nuestras acciones en cartera basándonos en factores externos. Tampoco debemos tratar de acertar con el mejor momento para invertir en bolsa (puesto que es imposible). Debemos seguir buscando empresas excepcionales a precios razonables dentro de nuestro círculo de competencia y haciendo aportaciones periódicas según el plan establecido. Pero dentro de esa estrategia, podemos flexionar en una u otra dirección aprovechando las ineficiencias e incertidumbres del mercado.
Comprender la intersección del libre albedrío y el determinismo en nuestras decisiones de inversión puede aportarnos una valiosa perspectiva. Si reconocemos que hay factores externos que escapan a nuestro control y que esos factores pueden influir en nuestras inversiones pero que, al mismo tiempo, tenemos la capacidad de elegir dentro de ese marco que nos ha tocado vivir, podremos tomar decisiones más informadas y acertadas.
No somos 100% libres ni 100% víctimas.
Sea cual sea el camino que elijas, recuerda que la clave para invertir bien es mantener una perspectiva a largo plazo y no dejar nunca que las emociones ni las condiciones externas decidan por ti.