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👨👦 Así batía mi padre al mercado...
Mi padre me enseño mi primera estrategia de inversión hace 25 años. Esto es lo que aprendí de él.
Mi padre me enseño mi primera estrategia de inversión hace 25 años: comprar empresas con un ratio precio/beneficios bajo.
«Cuando inviertes en bolsa, compras beneficios; cuanto más baratos sean los beneficios que compras, mejor», razonaba.
Esta estrategia nunca me pareció suficientemente atractiva. Era demasiado simple. Decidí que construiría un modelo matemático mucho más complejo.
Y así lo hice. Construí una monstruosa hoja de cálculo que abarcaba miles de variables, asegurándome de que nada quedaba al azar. Todo estaba modelado.
Y empecé a probar mi modelo en la vida real. En las primeras semanas, vi la diferencia.
¿Que si funcionó? Vaya que si funcionó…
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A diferencia de la estrategia de mi padre, mi modelo seleccionaba algunas de las empresas más populares de la época. Y lo hacía teniendo en cuenta miles de variables, lo que me daba la confianza que necesitaba para apostar fuerte por ellas.
Estaba extasiado.
Mis acciones no paraban de subir. Mi modelo super avanzado para la selección de acciones era impresionante. Estaba batiendo de lejos a mi padre.
Le mostré los números. Le dije que tenía que cambiar su enfoque y seguir mi estrategia de inversión. Esas empresas aburridas en las que invertía nunca le harían rico. En cambio, las empresas en las que yo invertía iban a cambiar el mundo.
No me hizo caso. Siguió comprando las mismas empresas aburridas semana tras semana.
Me sentí mal por él.
Entonces llegó el año 2000.
Mis acciones super-populares bajaron un 10% al principio. Luego un 20%. Luego un 50%. Luego un 90%.
Mi modelo super-avanzadome dejó tirado cuando más lo necesitaba.
Estaba en estado de shock. ¿Cómo podía haberme vencido mi padre con un enfoque tan simple cuando mi modelo era mucho más sofisticado?
Hice lo que siempre hago cuando no entiendo el mundo: leí.
Leí incansablemente.
Y, entre todo lo que leí, me topé con un libro titulado "What Works on Wall Street: A Guide to the Best-Performing Investment Strategies of All Time", de James O'Shaughnessy.
En su libro, Jim realiza pruebas retrospectivas de una serie de estrategias cuantitativas y analiza su rendimiento a largo plazo, la volatilidad y la probabilidad que tiene cada una de ellas de batir al mercado.
¿Adivinas lo que descubrí?
El enfoque intuitivo de mi padre de comprar acciones con un ratio precio/beneficio bajo era una buena estrategia. Una estrategia excelente, de hecho.
Una estrategia que bate al mercado el 99% de las veces durante cualquier periodo de 10 años. La rentabilidad media las empresas más baratas es del 16,3% frente al 11,2% del mercado y el 5,5% de las más caras.
Que casualmente eran la mayoría de las que yo tenía en cartera…
Esto me enseñó tres lecciones importantes:
No existe una correlación directa entre la complejidad de un modelo y sus resultados.
El crecimiento potencial de una empresa es importante, pero también lo es el precio que pagas por ella.
Haríamos bien en escuchar de vez en cuando a nuestros padres.
También fue mi iniciación en bolsa. Me sirvió para ser mejor inversor.
Me enseñó que, aunque algunas métricas explican perfectamente por qué una empresa se ha revalorizado en el pasado, esas mismas métricas pueden ser incapaces de predecir lo que ocurrirá en el futuro.
Y que otras pueden predecir lo que ocurrirá en el futuro con una precisión asombrosa. Más de lo que uno esperaría.
A medida que fui sofisticando mi estilo de inversión, abandoné el ratio precio/beneficio por otros mucho más sólidos conceptualmente y que, empíricamente, ofrecen resultados superiores.
Pero volvamos al presente.
¿Cómo incorporo el precio a mi análisis bursátil?
Hoy en día, sigo sin utilizar el ratio precio-beneficios (¡lo siento, papá!).
En lugar del precio utilizo el Enterprise Value o EV.
El EV tiene en cuenta no sólo la capitalización bursátil de una empresa, sino también su efectivo y su deuda. Es decir, todo el dinero que tendrías que pagar si quisieras quedarte el 100% de los beneficios de la empresa para ti.
Comparando EV y beneficios
A continuación, miro los beneficios antes de intereses e impuestos o EBIT.
¿Por qué utilizo EBIT en lugar de beneficios totales? Por dos razones:
En primer lugar, al utilizar el EV estoy valorando la empresa como si fuera a comprarla y pagar toda su deuda. Si pagara toda su deuda, no habría gastos por intereses, por lo que puedo volver a añadirlos a los beneficios sin problema y comparar de forma homogénea empresas con diferentes niveles de deuda.
En segundo lugar, todas las empresas acaban pagando el mismo porcentaje de impuestos a largo plazo. Las diferencias de tipos impositivos entre empresas no son fruto de ventajas competitivas sino circunstanciales. Eliminar los impuestos de la ecuación me ayuda a ser más objetivo en el análisis.
¿Funciona este ratio? ¡Ya lo creo que sí!
Y, a diferencia de lo que me ocurrió a mí en el 2000, funciona tanto en los buenos como en los malos tiempos.
Tobias Carlisle probó esta estrategia en su libro The Acquirer's Multiple.
¿Sus resultados?
Una inversión de 10.000 dólares en las 30 acciones con menor EV/EBIT en 1973 se habría revalorizado hasta los 15 millones de dólares en 2017. Compáralo con los 741.737 dólares que hubieras conseguido en un fondo indexado al S&P500.
Durante los mercados alcistas, como el que precedió al crash del 2000, las acciones con la menor relación EV/EBIT consiguieron una rentabilidad media del 19,1%. Las más caras un 18,7%. La diferencia es positiva, pero no espectacular.
Sin embargo, es durante los mercados bajistas cuando este ratio brilla.
En el mismo período, los valores con el EV/EBIT más bajo bajaron un -5,4%, frente al desplome del -33,15% de los más caros.
Las empresas con un EV/EBIT bajo superan al mercado tanto en los buenos como en los malos tiempos.
Comparando EV y ventas
El problema con el beneficio es que puede fluctuar de forma significativa.
Para tener esto en cuenta, combino el ratio EV/EBIT con el ratio EV/Ventas.
El ratio EV/Ventas, que compara el valor de la empresa con lo que factura en un año, tiene dos ventajas claras:
Dado que las ventas suelen ser menos volátiles que los beneficios, el ratio EV/Ventas es más estable en el tiempo.
Dado que las ventas siempre son positivas, este ratio es más adecuado para analizar empresas en periodos en los que generan pérdidas. Esto es especialmente útil para analizar startups en etapas tempranas y empresas cíclicas durante períodos de recesión.
El 10% de las empresas más baratas según el ratio EV/Ventas obtiene resultados muy superiores a la media del mercado.
Como demuestra O'Shaughnessy en su libro, una cartera con rebalanceo anual con 10.000 dólares invertidos en 1963 en el 10% de las empresas más asequibles por EV/Precio se hubieran convertido en 8,5 millones de dólares en 2007, con una rentabilidad media anual del 15,79%. En cambio, una inversión de 10.000 dólares en el 10% más caro sólo valdría 96.684 dólares, una rentabilidad anual media del 5,06%.
Las empresas más baratas baten al mercado en el 96% de todos los periodos de 5 años y en el 99% de todos los periodos de 10 años.
La lección es sencilla: comprar barato funciona.
Hemos demostrado el poder de los ratios EV/EBIT y EV/Ventas como predictores de la probabilidad de que una acción bata al mercado. Sin embargo, muchas empresas de rápido crecimiento también son excelentes inversiones y rara vez están infravaloradas.
Evidentemente, la siguiente pregunta es: "¿hay algo más con lo que pueda combinar estos ratios para obtener no sólo lo mejor del universo value, sino también las apuestas más racionales del mundo growth?".
La respuesta no es un simple sí. Es un ¡ya lo creo!
De hecho, cuando combinamos estos ratios con otros más cualitativos podemos obtener rentabilidades aún mayores con una volatilidad menor.
Por desgracia, ya es tarde, así que nuestra búsqueda de "El Dorado" tendrá que esperar hasta el email de la semana que viene. No te lo pierdas.